¿Has notado que los equipos de deportes juegan a menudo los mejores partidos contra los equipos rivales? De la misma manera, una competencia bien intencionada entre hermanos te puede ayudar a estar a la altura de las circunstancias y a lograr más que si no hubieses tenido competencia.
Digamos que tu hermano es un goleador en el equipo de fútbol y tú ves la alegría que le da ser bueno en algo. Pues bien, aunque tú no estás interesado en los deportes, eso te podría animar a presentarte a una prueba para el papel principal en la obra de teatro de la escuela de tal manera que puedas tener el mismo sentimiento de logro.
No tiene nada malo que los hermanos se presionen un poco los unos a los otros o que den ejemplos para que los otros hermanos los sigan. Pero si la rivalidad se convierte en el foco único de todo y sientes que si no puedes ganarle a un hermano tu valor ante tus ojos y los de tus padres disminuirá, entonces vas camino a la infelicidad. La competencia constante, especialmente entre personas que están supuestas a amarse, ayudarse y darse ayuda, es peligrosa y puede causar problemas que duran años.
Imagínate a ti y a tus hermanos como atletas que juegan en un mismo equipo. Un poco de rivalidad entre los jugadores puede ser buena, porque te puede ayudar a jugar lo mejor posible. Pero al fin de cuentas, es trabajo de equipo y cooperación lo que hará que ganen el partido y los mantenga trabajando sin problemas. Los fanfarrones, los desviadores del centro de atención y los acaparadores del balón no son buenos para el equipo a pesar del número de goles que hagan.
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