A sabiendas de que la directora no va a creer que estás buscando tu libro, volteas la esquina rápidamente y te escondes en un clóset de la limpieza. Esperas hasta que no hay moros en la costa, pero cuando tratas de volver al corredor, ¡la puerta del clóset está atorada! ¡Estás atrapado!
Golpeas la puerta y gritas pidiendo ayuda, pero nadie te oye. Al fin el encargado de la limpieza abre la puerta y te deja salir, exactamente al frente de un montón de niños. Tu cara se pone colorada y por el resto del día los niños se sonríen y te llaman «el asistente del encargado de la limpieza.»

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