No hay manera de escaparse, así que dejas que tu mamá te plante un gran beso jugoso en tu mejilla. Cuando caminas hacia tus amigos, tus mejillas tienen dos marcas rojas: una por el bochorno y la otra del colorete de tu mamá.
Tus amigos se desternillan de la risa. Uno de ellos te llama «pequeño tesoro de mamá». Tratas de darle una buena réplica, pero no encuentras ninguna. Afortunadamente suena la campana de la escuela. ¡Es hora de clase!

Envía esta página a un amigo