Bravucones: Cómo manejarlas
Las bravatas son un problema serio. Hacen que la gente se sienta sola, infeliz y atemorizada. Hacen que sientan que hay algo malo en ellos. Aun hace que algunos chicos no quieran ir a la escuela o salir a jugar. Si las bravatas son extremas y duraderas, pueden llevar a casos de violencia por venganza como los que has visto en las noticias. Muchas personas que cuando chicos han sido víctimas de bravatas frecuentes, crecen con una autoestima baja y muchos otros problemas.
En otras palabras, ¡es muy importante manejar la bravuconería y no dejar que te arruine la vida!
Bien, estás ahí y alguien empieza a bravuconearte. ¿Qué haces «en ese momento»?
- Ignora al bravucón. Pretende que no lo oíste. Ni siquiera lo mires. Si puedes, camina y pásale al lado sin determinarlo.
- No llores, ni te enojes, ni muestres que te afecta. Eso es lo que el bravucón o bravucona pretende. No le des esa satisfacción. Aun si te sientes verdaderamente lastimada, no dejes que se te note. Más tarde podrás hablar o escribir sobre tus reacciones.
- Responde al bravucón con tranquilidad y firmeza. Di, por ejemplo: «¡No!» «Eso es lo que usted piensa.»
- Si puedes, convierte un comentario fastidioso en un chiste. Por ejemplo, la bravucona dice «¡Qué vestimenta tan ridícula!» y tú dices «¡Gracias! Me alegra que se haya dado cuenta.»
- Voltéate y aléjate o corre si es necesario. Aléjate de la situación. Ve a un sitio donde haya un adulto.
- Recuerda que no eres el del problema. Es el bravucón el que tiene el problema.
- Si te están poniendo apodos o se están burlando de ti, trata «El tanque de neblina». Imagina que estás dentro de una gran pecera llena de neblina blanca. Luego imagínate que la neblina se traga los insultos antes de que lleguen a ti. Nada te toca. Practica así: piensa en las peores cosas que un bravucón pueda decirte y luego deja que la neblina se las trague.
Si eres una víctima permanente de los bravucones, «lo más importante» que tienes que hacer es: hablar con un adulto. Esto es tan importante, que lo diremos de nuevo. ¡Habla con un adulto!
- Comienza con tus padres. Eso no es «acusar». Es pedir ayuda a las personas que te aman cuando de verdad las necesitas.
- Si sufres de las bravatas en la escuela, haz que tus padres lo hablen con un directivo de la escuela; no con los padres del bravucón.
- Si sientes que no les puedes contar a tus padres o que tus padres no te apoyan de la manera que necesitas, habla con otro adulto en quien confíes: un maestro, el director, un consejero o con alguien en tu iglesia o sinagoga.
- Si sientes que no puedes decirle a nadie, trata de escribir una carta contando lo que te sucede. Dásela a un adulto en quien confíes y guarda una copia para ti.
- Si no quieres hablar de ello con nadie a solas, lleva un amigo, hermano o a uno de tus padres. Te ayudará mucho llevar a alguien que haya visto cuando te bravuconean.
- Haz que al adulto le quede claro que esa situación te afecta profundamente. Especialmente si eres víctima de «bravatas verbales», porque muchos adultos no consideran graves las bravatas verbales. La realidad es que esta clase de bravatas es la que más puede afectarnos.
Si se trata de bravatas físicas o violentas, puedes pedirle al adulto con quien hables que no revele tu nombre.
NO te lo guardes. NO planees venganza contra el bravucón ni trates de hacer algo con tus propias manos.
Ahora que hablaste con alguien más sobre tu problema, hay muchas cosas que puedes hacer para evitar ser víctima de bravatas en el futuro.
- No andes solo. Anda al menos con una persona más siempre que puedas.
- Evita los lugares donde ocurren las bravatas. Cambia la ruta para ir y volver de la escuela. Sal un poco más temprano o más tarde para evadir al bravucón.
- Siéntate cerca del conductor del autobús escolar o camina con un maestro para ir a clase.
- No lleves objetos valiosos ni dinero a la escuela.
- Marca tus pertenencias con tinta indeleble por si te las roban.
- Evita las áreas de la escuela sin vigilancia y las situaciones en que estés sola o solo. Asegúrate de no estar sola o solo en el vestuario ni en el baño.
- Actúa con confianza. Mantén la cabeza en alto, párate erguido y establece contacto visual.
- Piensa y repasa con tiempo tus respuestas y reacciones frente al bravucón y practícalas frente al espejo. Así, ¡las tendrás listas cuando las necesites!
A veces, se arregla la situación con un bravucón, pero luego surge otro bravucón que toma su lugar. Hay muchas cosas que puedes hacer para evitar que eso suceda.
- Los bravucones son realmente buenos en hacerle creer a la gente que merece ser maltratada. Eso es totalmente falso. Repítete permanentemente que tú eres, como en realidad eres, una gran persona que merece respeto y amabilidad de los demás.
- Aprende a estar orgulloso de tus diferencias. De todos modos, ¿por qué querrías ser como ese bravucón? Nunca te avergüences de una enfermedad ni de una discapacidad. Mientras más pronto te sientas bien con ellas, los demás también lo harán.
- Pasa mucho tiempo con tus amigos. Si no tienes verdaderos amigos, trata de hacer nuevos amigos participando en actividades sociales o físicas.
- Lleva un diario sobre tus incidentes con los bravucones y cómo te hacen sentir, y sobre las bravatas que sufren otras personas. Puedes también escribir un diario con aspectos positivos: todas las cosas que te gustan de ti mismo, tus planes para el futuro, etc.
Si nada de esto sirve y las bravatas que sufres han vuelto tu vida muy difícil, habla con tus padres sobre la posibilidad de cambiar de escuela. Tú y tu familia pueden pensar que eso es rendirse, pero al final vale la pena vivir bien la vida y ser feliz.
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